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IL NONNO Trattoria de Barrio, un lugar de encuentro.


Camina por las calles de un barrio tradicional de Bogotá. Entre cuadras, se escucha desde el interior de una casa un borbotón de risas: el característico sonido del encuentro y la palabra. Se detiene a ver, a escuchar. Los demás sentidos son convocados: le dan ganas de oler de saborear, de tocar. El olor de la comida, la algarabía amistosa, la música, la sensación de camaradería la conduce, le acerca. Retrocede unos pasos, vuelve su rosto y se detiene porque es inevitable. Llega a la puerta y lee, TRATTORIA DE BARRIO.

IL NONNO - La puerta

La palabra es sonora, con una pausa obligada en su doble t. Una palabra vecina, cercana a nuestro español por sus raíces del latín vulgar, invita a ser dicha y a pausar con ella. Proviene del italiano y en su origen (Anserinni, A. 1875) significa tratar o manejar; posadero o estar, y también propietario. Las palabras cuentan una historia, y esta nos relata la vida de un pueblo que, en perspectiva, no dista de la vida de todos los pueblos. Migrantes, transeúntes que recorriendo la tierra para vivir se encuentran en el camino con lugares fantásticos, en los que se sirven platos frescos como cada ingrediente que se mezcla entre las ollas. La atención es familiar, porque recibe al que se queda en esas tierras como a aquel que va de paso. La trattoria abre las puertas para que el comensal, el paseante se quede y se sienta en casa. Todo es familiar, tanto el lugar, su decoración como las mesas. Distribuidas en un gran sofá, una hilera de mesas invita al saludo, a la sonrisa con el otro, a compartir. Ella se sienta en una, en la que todos son desconocidos, pero parecen familiares. La atienden entre el borbotón de palabras que se entremezclan con las risas. Es la vida echa lugar. Le acercan la carta. La lee con detalle. Aquí el tiempo es obligado a suspenderse. Un letrero de #nosomoscomidarápida es una sentencia que invita a la levedad.

Jardín - Pet friendly

Pide un Penne alla Puttanesca, una copa de vino tinto, y espera darle espacio a una Panna cotta. La música anula el tiempo. La conversación con el “vecino” se hace obligatoria, pero deseosa. Palabras fluyen sin cesar por los ríos de ese hogar. El plato es anunciado al llegar a la mesa. El silencio es anfitrión de los segundos a la degustación. Ella prepara el paladar. La historia de una cultura y su travesía por los mares hasta tierras lejanas se traduce a un solo bocado. Al probarlo, sus hilos comunican algo que va más allá de las aceitunas y los tomates. En un bocado se vive la mezcla entre los ingredientes de aquí, de esta tierra, con las manos de hacedores de arte en la cocina, de otras regiones y, al final, no cabe duda de que sabe a Italia, pero también a Colombia y a cada región que fabrica esa sinfonía gustativa, para llevarla al plato. En definitiva, piensa “La comida es nuestra forma más íntima de comunicarnos con el mundo, y la Trattoria es el hogar de ese encuentro. Sale, con una sonrisa en los labios y una cajita con parte de su Panna Cotta. Para compartir, se dice así misma. Al salir, vuelve su rostro a ese lugar que le recibió y al que espera volver. Lee nuevamente, pero esta vez, se tropieza con una sorpresa más: IL NONNO. Trattoria de Barrio.

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